El lado invisible de los niños de alta demanda
No es que sea caprichoso, es que siente el mundo de otra manera
Hay días que empiezan bien.
O eso parece.
Te levantas con intención de disfrutar, desayunas en familia, y cuando menos te lo esperas, tu hijo estalla porque se le ha roto una galleta, porque el calcetín no está bien puesto o porque no le gusta cómo le has mirado. Y otra vez ahí estás tú… mediando, consolando, calmando, aguantando miradas ajenas y cuestionamientos propios.
Si eres madre o padre de un niño de alta demanda, sabes perfectamente de qué hablo.
Y es que estos niños no son caprichosos, ni malcriados, ni manipuladores. Son niños que viven intensamente cada estímulo, cada emoción y cada pequeño detalle. Lo que para otros es un simple contratiempo, para ellos es un mundo que se tambalea. Y para ti, su madre o padre, una montaña rusa emocional que a veces resulta agotadora.
El día que entendí que no era personal
Recuerdo una tarde, mi hijo llorando desconsolado porque no quería que se hiciera de noche. Tenía apenas 3 años. “No quiero que se acabe el día, mamá, no quiero que se vaya el sol”, repetía una y otra vez mientras yo intentaba explicarle que mañana volvería a salir. Pero no era cuestión de lógica. Era miedo, pérdida, y angustia real.
En ese momento entendí que sus emociones no son contra mí, son con él.
Que su mundo interno es tan potente, que cualquier pequeño cambio lo sacude.
Y que yo no podía apagar su intensidad, pero sí podía ser su refugio.
No vinimos a “domesticar” su intensidad, sino a acompañarla
Como madre o padre, no corresponde apagar su fuego, sino ayudarle a gestionarlo, a entenderlo y a aceptarlo.
Porque lo que hoy te agota, mañana será su mayor fortaleza.
Esa sensibilidad, esa intensidad, esa necesidad de estar cerca de ti… Mañana será capacidad de empatía, liderazgo, creatividad, y una visión única del mundo.
Y tú, ¿te has sentido así?
Si al leer esto has asentido en silencio, si has sentido ese nudo en la garganta, o si te has visto reflejada en cada palabra, me encantaría que me lo contaras.
Porque tú y yo sabemos lo que significa criar con tanta intensidad.
Déjame un comentario, escríbeme…
Porque este espacio es también tuyo.
***