¿Cómo descubrí que mi hijo es de Alta Demanda?
Escrito por Anna Company Fundadora Comunidad Solidaria www.altademanda.es
¿Cómo fue el parto?
Estuve 13 horas y 47 minutos de parto, y mi pequeño todavía quería quedarse apegado dentro de mí, se aferraba a las paredes de mi cuerpo mientras yo pujaba y forzaba hacia abajo con todas mis fuerzas y no conseguía absolutamente nada.
Desde esos instantes ya demostraba su fuerte carácter, su testarudez, su personalidad.
Finalmente llegó la hora y no hubo manera de hacerlo salir, y el médico tuvo que practicarme una cesárea ya que además hubo una complicación y no pude acabar un parto natural, después de pasar casi 14 horas en la sala de partos, con contracciones muy dolorosas y las terribles y debidas dilataciones.
¿Hubo piel con piel?
Cuando mi pequeño bebé nació dejaron que se pusiera encima de mi menos de 3 minutos y luego se lo llevaron la incubadora, luego me sedaron y no puedo recordar gran cosa hasta que desperté ya cosida con mi bebé al lado en la habitación del hospital y con varios tubos de suero y medicación insertados en mis venas.
¿Cómo fue la recuperación post parto?
Recuerdo que los primeros días de recuperación que pasé en el hospital, después de la cesárea, yo estaba fuera de mí, distorsionada, adolorida, como ida, contenida de emociones y sin poder casi ni moverme de la cama.
Había nacido mi pequeño bebé maravilloso, mi tesoro. Y yo sentía las cosas como muy difuminadas, borrosas, como sin sentido.
Aquella sensación de despersonalización no me dejaba disfrutarlo del todo, era como si no fuese del todo yo misma.
Sentía una mezcla de sensaciones: entre alegría absoluta y angustia, entre dolor y felicidad, entre ansiedad y paz. Me sentía emocionalmente desfigurada, totalmente torcida.
Recuerdo que tenía a mi bebé de 3 kg siempre pegado a mi pecho, tumbado encima de mí, era la única manera en que se quedaba un poco tranquilo y en calma, solo algunas veces.
Me encantaba olerlo, sentirlo, oir su corazón, su respiración, su tacto…
¿Qué actitud tenía mi bebé?
Y lloraba, lloraba mucho, tenía hambre, todo el rato tenía hambre, nada le saciaba.
Así pasaban las horas de aquellos días que recuerdo de forma nebulosa y turbia, colapsada de tanta medicación y extasiada por las visitas de los familiares y amigos que únicamente hacían ruido y provocaban más desconcierto a la situación.
Mi hijo lloraba de hambre porque la leche que nos daban en el hospital, no le saciaba lo suficiente y siempre quería más, se sentía insatisfecho, él necesitaba succionar mucho más de la ración que le tocaba.
Yo no podía darle el pecho por la medicación que tomaba y los biberones del hospital se le quedaban especialmente cortos y él lloró y lloró sin parar desde el primer día, demandaba con insistencia y terquedad cada una de sus necesidades ya desde el inicio.
¿Cómo lo relajaba?
Se apaciguaba levemente apegado a mi pecho, tumbado, respirando junto a mi corazón, así, las pocas veces que había silencio en la habitación
Durmiendo poco, a veces de día, a veces de noche, cortos ratos, respirando junto a mí. Pero el mínimo ruido lo despertaba, el mínimo movimiento, el mínimo soplido, el mínimo roce…. Y estallaba de pronto en gritos y lloros intentando saciar su nueva necesidad de “algo” que nunca descubrí qué era. Insaciable, insatisfecho.. Era un bebé hipersensible.
Percibía cualquier cosa y lo expresaba de una forma totalmente amplificada, como a través de un altavoz.
Gritaba más que ningún otro bebé y abría sus enormes ojos expresivos, se erguía y levantaba su cabeza como si fuera a ponerse de pie desde muy pronto.
Pasamos una semana en el hospital y cuando llegamos a casa me di cuenta de que me convertí en madre, en mamá.
¿Cuando me hice consciente de mi maternidad?
En aquellos primeros días de mi maternidad, en casa, me hice consciente de lo que significa ser madre, de lo que significa tener un hijo. De la responsabilidad que conlleva.
Porque aunque te prepares para ello durante la vida, aunque te informes, leas, estudies y dediques parte de tu tiempo a asimilar el hecho de que vas a ser madre, hasta que no tienes a tu hijo en brazos dependiendo de ti, no lo vives realmente, no te haces del todo consciente.
¿Cómo iba a educar a mi hijo?
Cuando empecé a conocer a mi hijo, me di cuenta de que todo aquello que yo creía saber sobre el desarrollo de los bebés y niños, sobre la educación, sobre la evolución, las emociones y su crecimiento no iba a servirme absolutamente de nada, porque mi hijo, mi hermoso bebe intenso, amoroso… Mi tesoro, era especial, era distinto a los bebés de libro.
Y entonces me entró una especie de pánico terrible y empecé a darme cuenta de que de alguna forma nadie me había enseñado a ser madre de aquel bebé que tenía entre mis brazos, nadie me había explicado cómo debía hacerlo para ser madre de un bebé tan especial, tan sensible, tan exigente.
Porque yo tenía un niño de alta demanda entre mis brazos y nadie te capacita para criar a un niño con este tipo de temperamento.
Un bebé que no duerme, un bebé que succiona siempre y desea más y más, un bebé que llora con un volumen exaltado, que intensifica cualquier estímulo, que necesita continuamente estar en contacto, un bebé que exige tu presencia a cada instante y que no se calma con ninguna técnica de aquellas que aconsejan las vecinas, las abuelas, las amigas o las otras otras madres…
Porque es un bebé con un temperamento altamente demandante, hipersensible, activo.
Autoaprendizaje
Fue entonces cuando empecé a descubrir, a informarme a analizar, a aprender.
Fue entonces cuando escuché a mi bebé, cuando le observé, cuando conecté con él, cuando me fijé en sus necesidades y quise empatizar con él.
Reconocí a mi bebé con su temperamento intenso, con sus fortalezas y debilidades y me di cuenta de que como madre debía prepararme porque no podía criarlo del mismo modo que cualquier otra madre.
Mi hijo era mas intenso, mas ruidoso, mas sensible, mas activo, mas afectuoso, mas exaltado, mas testarudo, y caprichoso, más desafiante, más de todo…
Siempre más de todo que el resto de niños y por eso tenía otras necesidades que no estaban en los libros.
Necesidades afectivas
Otras necesidades que ni las vecinas, ni los abuelos, ni las amigas ni nadie que no tuviera un niño/a AD podía comprender.
Entonces dejé de escuchar a medio mundo, y empecé a escucharlo a él y a mis instintos de madre.
Y así es como funcionamos nosotros.
Con nuestras reglas.
Porque el instinto de una madre, es real.
Importancia de una Tribu
Busca un lugar donde no te juzguen, donde puedas compartir tus experiencias sin críticas con personas que comprendan lo que vives. busca tu tribu. Estamos aquí, somos tu comunidad. Esta Comunidad la hemos creado entre todxs precisamente para cooperar y apoyarnos mutuamente, estamos unidxs, no estamos solxs.