Escrito por Cristina
“Delatando el Bullying”
Los niños o adolescentes de alta demanda son muy sensibles y especiales emocionalmente hablando.
Os quiero relatar la historia de mi hijo ya que su camino no ha sido fácil, pero es un gran luchador y estoy completamente segura de que, aunque el camino no haya sido fácil en esta sociedad de estereotipos lo conseguirá porque nació luchando y eso no se lo puede arrebatar nadie.
Fue un niño muy deseado por sus padres, aunque desde el primer día que supe que estaba embarazada empecé con sangrados y tuve un embarazo de reposo total en cama, fue duro, pero lo viví con mucha ilusión a pesar de los contratiempos.
Nació con tan solo 6 meses (27 semanas de gestación), pesó 1 kilo y estuvo en el hospital aproximadamente 3 meses luchando día a día por sobrevivir. Lo consiguió, fue muy fuerte y valiente.
Una vez en casa, su crianza no fue fácil, era muy demandante, algo agotador, apenas dormía, apenas comía, nunca se quedaba solo jugando, viendo los dibujos en la televisión…
Si lo intentaba entretener con algo tardaba 2 minutos en estar a mi lado de nuevo.
Tuve que reducir mi jornada laboral a 4 horas para poder atender todas sus necesidades, aun así los días eran largos y agotadores, hasta tal punto que a veces yo lloraba por desesperación, sin fuerzas, porque había días que no podías más.
Seguía luchado por ellos porque son mis hijos y es lo que más quiero en este mundo, pero los pensamientos no paran nunca ni de día, ni de noche, me veía muy sola, no me sientía comprendida por otras madres, me sentía diferente porque lo que yo estaba viviendo, no tienía nada que ver con la crianza de los otros niños.
Mi hijo era muy charlatán y le gustaba mucho hablar y sobre todo que yo conversara y escucharme atentamente.
Al irse a dormir era agotador porque tenía que estar con el mucho tiempo contándole cuentos una y otra vez, hasta muy mayor dormió en nuestra cama, era prácticamente imposible conseguir que durmiera solo.
Los días eran una lucha constante y terminaba la jornada agotada.
Fue un niño muy adelantado en hablar, aprender a leer y sobre todo era algo llamativo la obsesión que tenía con los números, aprendió a contar los números antes de andar, era muy llamativo porque era muy pequeño e iba en el cochecito de paseo, diciendo en alto por la calle, todos los números de portales, matriculas de coche que veía, la gente nos miraba, era algo muy llamativo.
Cuando tenía 3 años aproximadamente comenzó con un problema con los ruidos fuertes, tipo explosiones de globos, petardos, cohetes, etc.… Poco a poco este tema le fue limitando su vida, ya que se perdía muchas fiestas de cumpleaños por la Ligirofobia.
Tuvimos que acudir a terapia con una psicóloga infantil y fue esta la que le diagnosticó la Alta Capacidad y Alta Sensibilidad.
Al recibir el informe de nuestro hijo por parte de su psicóloga con un CI muy elevado, como madre te sientes muy perdida, la pregunta que te viene a tu cabeza es:
¿Ahora que hago?
¿Quién puede informarme?
¿Qué necesidades tendrá?
Y un largo etc. Un largo etc que nadie te responde.
Nosotros personalmente acudimos a la Asociación de Altas Capacidades de nuestra provincia, la cual nos orientó.
Entregamos el informe en el colegio al orientador del centro donde estaba escolarizado nuestro hijo, con el cual no hicieron nada, esto fue a los 6 años, estuvo 8 años desatendido completamente, recuerdo cuando empezaban a aprender los números en el colegio. Recuerdo cuando la profesora nos exponíaen la reunión de inicio de clases el objetivo del curso que era aprender las vocales y los números hasta el 5, mi hijo ya sabía leer y multiplicar, a mí se me caía el alma cada vez que salía de estas reuniones, que pérdida de tiempo y que aburrimiento tuvo que pasar en el colegio.
En mi tiempo libre además de llevarle a extraescolares me sentaba con el muchos ratos para alimentar su curiosidad y darle la oportunidad de aprender otras cosas, le encantaba aprender cosas nuevas.
A pesar de esta gran desatención por parte del colegio el siempre se adaptó al grupo socialmente y nunca tuvo problemas de ningún tipo.
Cuando tenía 11-12 años comenzó la gran pesadilla que vivimos, hasta esta etapa todo en cuanto relaciones sociales fue normal.
En el grupo de amigos con el que salía hubo un chico que le tenía mucha envidia y un día sin ningún motivo lo expulsó del grupo de WhatsApp en el cual estaban todos los amigos del colegio, yo intenté hablar con la madre del chico para que supiera lo que su hijo había hecho, pero no hubo manera de entenderme con ella, para mi asombro la madre apoyaba el acto de su hijo y defendía lo indefendible.
A raíz de aquí puso a todos los compañeros en contra de mi hijoj y lo aislaron completamente.
Ese grupo era liderado por un chaval muy negativo al cual todos temían porque sabían que si él no aprobaba a algún miembro o acabarían echándole y desplazándole como ya habían hecho con anterioridad antes de que le tocara a mi hijo.
Entre esos dos chicos fueron apartando a todos los compañeros de la escuela de mi hijo.
Nadie quería estar ya con él, fueron contaminando todo el entorno social de mi hijo, hasta lograr aislarlo por completo, de todo su grupo de amistades, compañeros de clase, amigos de barrio e incluso muchos amigos de la infancia.
Fueron hablando mal de él, generándole una fama muy negativa llena de mentiras que se expandía por nuestra población que no es muy grande.
Le acosaban por redes sociales (tuve que bloquearle en el móvil muchos contactos para que no le molestaran), tuve que cerrarle un canal de YouTube donde se dedicaban a insultarle y ponerle likes negativos en el minuto uno que colgaba algún tipo de video, por teléfono (tuve que intervenir en alguna llamada para que le dejaran de acosar y decirles que si seguían los denunciaría).
Mi hijo intentó hacerlo todo para conseguir nuevos amigos, se apuntó a un nuevo deporte donde consiguió iniciarse en un nuevo grupo, pero aunque se iniciaba muy bien más tarde volvían a contaminar al nuevo grupo y la gente de nuevo iba dejándole de lado, apartándose de él, no le contestaban a lso WhatsApp o llamadas, hacían salidas sin contar con él y mintúíendole, decían que no iban a salir y luego les veía yo por la calle, un sinfín de cosas que poco a poco fue consumiendo a mi hijo…
Lo que termino con el fue la soledad que vivía a diario en su colegio, un chico que desde muy pequeño le encanta acudir a la escuela, aprender, motivado por estudiar y hacer sus trabajos en casa, con un comportamiento excelente en la escuela y unas notas inmejorables, terminó hundido por ese aislamiento social y vacío totalmente a causa de la influencia de un entorno tóxico.
A lo largo de ese curso sucedieron muchas cosas que día a día convirtieron nuestra vida en un auténtico infierno, desde compañeros que le escupían en la cara, en plena pandemia por llevar mascarilla, videos grabados con el móvil en horas de clase ridiculizándole ante su compañeros y tirándole todos sus libros al suelo, insultos de todo tipo, etiquetándole de superdotado de forma despectiva por sacar buenas notas, desaparición de sus pertenencias en clase y un sinfín de cosas que nos han hecho vivir una auténtica pesadilla familiar.
Es muy duro ver como día tras día tu hijo se va apagando, todo el mundo le ignora, ir por la calle con él y ver con tus propios ojos de madre como sus compañeros de toda la vida desprecian a tu hijo sin ningún motivo más que las habladurías baratas de 4 niñatos malcriados que controlan su entorno.
Lo mas duro era acudir al colegio, tenía que llevarle en coche diariamente para que entrara directamente a clase y evitar encontronazos, llegando tarde a mi trabajo, hasta el punto de que tuve que reducir mi jornada laboral para poder atender a mi hijo.
Cuando llegaba del colegio se tumbaba en la cama y se ponía a llorar, ni siquiera quería comer, llegó un día que ya no podía más y dejó de acudir a la escuela durante una semana.
Tuve que pedir ayuda porque cada día lo veía peor y mi temor era que pudiera pasar algo mucho peor…
Jamás había visto a mi hijo así… Me puse en contacto con una psicóloga y le diagnosticaron depresión, tristeza profunda y varias cosas más derivadas de lo que estaba viviendo.
El colegio nunca veía nada, acudes una y otra vez a reuniones con orientadores, tutores, directores durante dos largos años, pero nunca veían nada y mucho menos hacían nada. llamadas, emails, siempre me hacían creer que yoestaba loca y que mi hijo es el que tiene algún tipo de problema.
Nunca olvidaré lo sola que me sentí, ese vacío e impotencia que genera vivir una situación así y no poderlo compartir con nadie porque nadie entiende hasta que punto llega tu situación realmente.
Menos mal que encontré por las redes sociales un grupo de madres con hijos de alta capacidad y me apoyé mucho en ellas, las cuales también estaban pasando por nuestra misma situación, te daban consejos sobre cómo debes actual frente al colegio etc.…
Y ese apoyo fue muy importante para mi en esa soledad tan profunda de incomprensión que vivía.
Lo que no entiendo y seguiré sin entender de toda esta situación, es que unos chavales de 13 o 14 años hagan la vida imposible, desplazando, aislando o increpando a un compañero, pero que ningún padre/madre este pendiente de los actos de sus hijos o que el colegio te de la espalda, mire para otro lado, te haga pensar que tu hijo esta loco o tiene una precepción errónea de la realidad, que inspectores no sean neutrales o escuchen a la familia o acepten pruebas muy evidentes de todo esto que estaba pasando, en este momento es cuando te das cuenta que todo este sistema de educación esta contaminado por funcionarios que se dedican a pasar las horas en su trabajo sin importarles lo que esta sufriendo un chico de 13/14 años y lo que pueda llegar a pasar, que por desgracia, en muchos casos, termina pasando.
Finalmente intenté cambiarle de colegio hacia el mes de febrero, el director del centro me dijo que no era posible que tenia que terminar el curso escolar en ese centro. Me costó la vida hacer que mi hijo fuera diariamente a ese infierno, donde me sentía como una basura de madre cada vez que lo dejaba a primera hora del día en el colegio.
No me concentraba en mi trabajo pensando como estaría y lo que estaría pasando ese día. Al salir del colegio cada día me llamaba a mi trabajo para contarme como había ido el día, era la peor parte del día, tener que escucharle tan triste relatar todo lo que le había sucedido y lo mal que se sentía.
No le deseo a nadie que pase por esta situación, porque como madre es muy duro ver a tu hijo completamente solo, hundido y tener que dejarle día tras día donde lo machacan psicológicamente entre todos.
Una tarde muy indignada, al ver que mi hijo volvió muy mal del colegio nuevamente, viendo que ni el colegio, ni inspección, ni los padres a los que había intentado recurrir, estaban haciendo nada por ayudarnos, me fui a la policía local de mi población para ver que podía hacer ante lo que estábamos viviendo…
Tuve la ocasión de hablar con un policía que me comprendió y me informó sobre todo lo que le consulté.
Finalmente terminó el curso y lo matriculé en otro centro escolar, por supuesto en otra localidad lejos de las etiquetas que le tenían puestas en nuestra población…
Donde sé que nunca va a tener un solo amigo.
Al matricularlo en otra población mi marido y yo decidimos vender nuestra vivienda y trasladarnos allí aún no hemos podido hacer el cambio porque en esa zona es complicado obtener una vivienda, pero al menos quiero ofrecerle a nuestro hijo una nueva oportunidad de tener una vida normal, con un circulo social como cualquier adolescente.
Tomar esta decisión de irnos fue algo muy duro para mí, ya que yo nací, me crié, he vivido siempre en esta población y tengo aquí toda mi familia, tener que alejarme de mi familia y dejar mi hogar, sin ser una decisión voluntaria sino mas bien forzada por esta situación, fue lo más difícil de aceptar, lloré mucho hasta entender que tenía que ser así…
Lo peor era cuando salías al pueblo y veías a esos chicos que le había hecho la vida imposible a mi hijo o sus padres felices tomándose algo en una terraza sentados sonriendo y tú pasabas con esa amargura, tristeza e impotencia que llevas dentro de ti, era insoportable hasta el punto de que llegue a reducir las salidas a mi población para evitar sentirme peor de lo que ya me sentía.
Recuerdo el día de su cumpleaños, un día muy feliz para cualquier adolescente que cumple 14 años, nadie absolutamente nadie lo felicito, ni un amigo ni un compañero de clase, nadie no recibió ni un solo wasap ni una sola llamada… es muy triste.
El curso ya ha comenzado y de momento va en trasporte público, al llegar al nuevo colegio ha hecho muchos amigos sin ningún problema, que le respetan, le valoran y le tratan bien con respeto como un compañero más, verle así de feliz de nuevo aunque le quedan muchas secuelas que superar por todo lo que le han hecho vivir estos dos últimos años, para mi no tiene precio ver a mi hijo llegar bien del colegio, motivado para ir a estudiar y tener la oportunidad de salir con amigos que le han acogido con los brazos abiertos.
Mi hijo llevaba en este centro escolar desde los 2 años, con los mismos compañeros siempre hasta los 14 años y evidentemente nosotros teníamos trato con sus padres durante 12 años que han coincidido en la escuela, pues al no regresar este curso a clase a este centro escolar, ni un solo chaval le ha preguntado a mi hijo ni por la calle ni por teléfono que ha pasado porque es evidente lo que pasaba aunque el centro no lo haya querido reconocer, ningún padre/madre se ha dirigido a mi para saber cual era el motivo para que mi hijo haya abandonado su colegio, pero tampoco esperaba menos de estos adultos que no se preocupan ni de sus propios hijos.
Por desgracia este tipo de situaciones se siguen viviendo en el 2022, solo me gustaría decir que como persona a pesar de las muchas cosas malas que me han tocado vivir en esta vida entre ellas superar un cáncer, todo esto es con creces lo peor que he pasado en mi vida, porque no tienes apoyo, te ves muy sola, tu familia se desestabiliza, te rompen tu vida, te alejas de tu entrono social porque no tienes ganas de nada, no le ves el fin al problema, ves que nadie toma medidas, crees no poder más, hay días que solo tienes ganas de llorar y de no seguir luchando, solo quieres desaparecer, te acuestas y tu cabeza no para de dar vueltas a todo y al abrir los ojos por la mañana el primer pensamiento es de nuevo la situación que estas viviendo, un circulo de donde hay que salir lo antes posible, porque puede acabar con todo lo que te rodea.
Te sientes como si estuvieras dentro de una película en la que eres la protagonista, pero no te reconoces, ves como todo el mundo sigue con su vida, es feliz, sale, se divierte y tu vida se para, se estanca, no avanza…
Lo que más me indigna es que la victima tenga que abandonar su entorno, los acosadores sigan con su vida normal en su centro escolar de siempre y su padres y profesores miren para otro lado como si no hubiera sucedido nada, que clase de educación estamos trasmitiendo a estos acosadores, lamentablemente el mensaje es:
“Sigue haciéndolo, no te pasa nada y la víctima es la que debe irse” …
Esta sociedad no va bien encaminada ya que creo fundamental en esta vida el pilar de la empatía y este gran pilar se ha perdido en esta sociedad sin valores, por parte de compañeros, amigos, padres y docentes.
A todas las familias que puedan estar pasando por algo similar, decirles que apoyen incondicionalmente a sus hijos, que le trasmitan que hay otro mundo fuera de ese círculo donde están metidos y que de todo se acaba saliendo más fuerte, a los adolescente que no se callen que se apoyen en su familia que lucharan por ellos y les ayudaran a salir de donde están sumergidos.
A mi hijo quiero decirle que le quiero mas que a nada en este mundo, que le agradezco lo fuerte y valiente que ha sido, que le agradezco la confianza que ha depositado en sus padres siendo muy valiente contarnos todo lo que le pasaba y que ahora nos toca ser felices, mas unido que nunca y mas fuertes.
Un madre luchadora
Cristina
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