Un año de alta demanda: de la locura a la empatía máxima

Escrito por: Verónica Ortín

– Tengo un bebé de alta demanda.

Si, eso he dicho, un bebé de alta demanda, con todas sus letras.

Alguna vez, me han recriminado que como puedo etiquetar a mi hijo de esa manera. Como si decir que ser de alta demanda, fuese despectivo. Quizás, esas personas ignoran todo lo que un niño AD puede enseñarte.

Recuerdo claramente los primeros días en casa con “K”, un recién nacido que se pegaba despierto horas, que cualquier estímulo le interesaba y a el cual las personas le decían la primera vez: “Pero que ojos más abiertos tiene este niño!”.

Lo difícil vino después, un bebé AD que no agarra bien el pecho, que no tiene paciencia ni para el reflejo de eyección. ¡Imaginar un bebé AD que no puede agarrar la teta! Los días, y las noches fueron largas.

Trascurridos unos meses, por casualidad, mi marido y yo vimos un artículo de bebés de alta demanda, y lloramos, lloramos mucho. Lloramos de tranquilidad, de emoción y de remordimientos, de remordimientos por no haber podido entender a nuestro hijo hasta ese momento.

Desde entonces el mundo de la alta demanda se abrió ante nuestros ojos (además de descubrir que mi marido también era una persona AD (lee aquí sobre adultos AD), y eso nos aclaraba mucho las cosas). Pues bien, mi experiencia con “K” ha sido dura.

Lidiar con un bebé que quiere hacer más de lo que su pequeño cuerpo le permite, no ha sido fácil. Cuando no podía levantar la cabeza lloraba en el cochecito (y bendito porteo, por favor), cuando no sabía sentarse él quería hacerlo, cuando apenas se arrastraba quería gatear, y cuando gateaba hacía lo imposible por ponerse de pie, hasta que finalmente a sus 12 meses echó a andar, y eso fue revelador.

Desde que “K” aprendió a andar muchas cosas mejoraron, su comunicación no verbal fue en aumento, sabía decirnos claramente lo que quería sin necesidad de hablar, y nosotros aprendimos a comprenderle. Pero también vinieron las rabietas, esas que te hacen creer que estás en un show en medio de la calle, cual actor revelación en medio de la gran vía de Madrid. ¡Si! Todos te miran, todos cuchichean, todos critican, y nadie hace nada.

Las noches son desesperantes, no dormir más de una hora seguida o a veces menos, desquicia, machaca, frustra, …y si es mamá, quien solo se encarga de esa función, la carga es aún mayor. Con el tiempo surgen noches mejores, pero vuelven con regularidad las semanas interminables. Os recomiendo mantener la calma, respirar hondo y sobre todo, comprender a vuestro bebé, simplemente os necesita cerca.

Olvidaros de los “consejillos” y comentarios, tipo: “¿Todavía no duerme en su habitación?, ¿Y aún no se duerme solo en su cuna?”. Eso, si es etiquetar a un niño, cada cual a su ritmo.

Pero no todo es difícil en el mundo de la alta demanda, papis de bebés peques, tranquilos. Porque un niño de alta demanda es también, normalmente, muy precoz en otras cosas. Puede ser testarudo a mas no poder, pero solo hace falta observarnos una vez para aprender muchísimas cosas. Tienes muchas fortalezas.

“K” nos ha sorprendido en varias ocasiones, como tirando su pañal a la basura, echando de comer a los perros o limpiando su trona con el trapo. ¡Y vaya! Eso no está nada mal. Hacer tribu, buscar mucha información, pedir ayuda, y sobre todo, ser tan empáticos como nunca hayáis sido.

**Información Importante**

Grupo de Telegram

Únete a nuestro grupo de Telegram donde somos más de 420 participantes y donde tenemos a todas nuestras colaboradoras (pediatras, psicólogas, asesoras de sueño, asesoras de lactancia, fisioterapeutas, etc.) ellas nos apoyan y nos dan respuesta a nuestras inquietudes en el grupo. Puedes Unirte en este enlace

Libro sobre alta demanda

Y no te olvides que tienes a tu disposición para descargar gratis todos los libros y monográficos sobre alta demanda en este enlace

Síguenos en Instagram

Síguenos en Facebook bebes y niños de alta demanda y altamente sensibles

Síguenos en Facebook Crianza respetuosa, niños mas felices

Review Un año de alta demanda: de la locura a la empatía máxima.

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *