Soy padre de un niño de alta demanda

Escrito por Anna Company

Soy padre de un niño de alta demanda de 3 años que se llama Óscar. Lo adoro.

Mi hijo con 3 años es un niño muy cabezota, cuando se obstina por algo no hay quien le saque esa idea de la terco. Su madre y yo intentamos ponerle límites porque hay cosas que nos superan, como por ejemplo que no se quiera lavar nunca la cabeza y nos monte rabietas descomunales en el baño tirando agua por todas partes cuando intentamos hacerlo. Acabamos todos mojados, el baño hecho un desastre y parece que acabemos de salir de un campo de batalla. Éste es solo un ejemplo de las mil y una cosas con las que tengo que lidiar diariamente con mi hijo cuando se obstina por algo, tiene un punto muy tozudo y no hay quien lo saque de ahí. 

Siempre son luchas de poder de a ver quien puede mas si él o yo, negociando por a ver quien gana, pero él es un niño y sus herramientas para convencerme no son las palabras sino el enfado, los gritos, las malas caras, el hecho de desordenar sus juguetes por toda la casa y tirar las sillas y romper papeles, se ponen en una actitud como de rebeldía, como si quisiera demostrar que él es un hombrecito que puede hacer lo que se le antoje delante de mi, en mis narices, provocándome y jugando con mis límites. A veces hasta se acerca y me pega, me empuja mirándome a los ojos para ver si reacciono a su desafío.

A demás parece que no se canse de hacerlo, es perseverante como él solo.

Yo como padre, utilizo la paciencia y la calma, aunque por dentro esté desbordado. A veces tengo ganas de decirle “basta ya” cogerlo del brazo y sentarlo en el sofá con autoridad y mandato, pero entiendo que no es el método. Continuo paciente, agachado a su nivel, mirándolo a los ojos y hablándole con cariño cuando creo que está preparado para escucharme, sólo cuando se calma, pero no lo consigo, parece que el método no funciona y me frustro, yo también soy persona y me frustro

Le digo que cuando él quiera compartiremos un momento de tranquilidad y hablaremos serenamente, ya tiene 3 años para entender esto, para entender que hay buenos métodos, le digo que cuando él quiera podremos ir a nuestro rincón de la calma y relajarnos.

Él me comprende pero su orgullo y testarudez no le dejan todavía ceder, así que necesito “conectar” con él de algún modo diferente, distraerlo de alguna otra forma.

Soy su padre, soy el adulto, soy yo el responsable de hacer que esa situación cambie porque mi hijo no puede gestionarlo solo todavía, así que opto por el humor, ponerle humor a la situación.

No se trata de contarle un chiste, se trata de hacerle reír. Está claro que es difícil como padre estando en un estado de preocupación cambiar el estado de ánimo y hacer algo que haga reír a una persona, pero se tiene que sacar la fuerza y el instinto paternal para conseguirlo, encontrar el niño que llevamos dentro, empatizar y ponernos en su lugar para conseguir sacar una risa a tu hijo y cambiar ese estado de ánimo negativo de desafío y rebeldía y transformarlo a conexión y complicidad

Sorprender a tu hijo en ese momento haciendo alguna broma o poniéndote a cantar alguna canción, debes ser creativo e imaginativo y convertirte en niño para poder sorprender a tu hijo en ese momento. Quizás una voltereta, quizás simplemente haciendo la estatua, quizás haciendo mímica… 

Dependerá de cómo sea tú hijo, tú lo conoces mejor que nadie, sorpréndele, conecta con él, cambia su chip, haz que te preste atención y cuando la tengas: ¡actúa! desde su nivel, desde su mundo, siendo niño…

Háblale desde donde te escuche, desde donde te comprenda…

Y me cuesta hacer eso, porque estoy agotado y también tengo mis limites y mi paciencia se acabó hace ya un rato, pero él lo merece, la situación lo merece, el resultado que obtengo luego, lo merece, porque si consigo que mi hijo reaccione positivamente a este estímulo será un objetivo cumplido.

Y a veces funciona. Te animo a probarlo.

 

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