Evolución de mi hijo de alta demanda con 5 años
5 años después de tener a mi hijo de alta demanda
Cuando mi hijo nació cumplía todas las características que el Dr. Sears estableció para englobarlo como niño de alta demanda (puedes leerlas aquí). Yo era una madre primeriza y no entendía cómo podía educarle, ya que mi hijo parecía no cumplir los comportamientos y actitudes que tenían la mayoría de niños y lo que a otras madres y padres les servía para educar a sus hijos, no servía con el mío.
Él no era un niño que se calmara en cuanto tenía sus necesidades básicas satisfechas, como los bebes de otras madres, mi hijo lloraba y lloraba de forma intensa y era insaciable. Nada le satisfacía, siempre buscaba más y más de todo, más brazos, más comida, más juego, etc.
Su temperamento ha evolucionado bastante en estos 5 años. Hemos pasado por diferentes etapas que, por el hecho de ser un niño de alta demanda, se han hecho más intensas de lo “normal”.
Primera etapa de la alta demanda
La primera etapa era la demanda de contacto y vínculo continuo, el hecho de necesitarme para absolutamente todo, desde bebé hasta los 2 años recuerdo haberlo tenido pegado a mi continuamente para cualquier cosa. Recuerdo no poder llevarlo en el cochecito como otras madres hacían, porque se inquietaba y solo quería brazos y mas brazos. Recuerdo todas aquellas noches de sueño interrumpido por sus demandas, recuerdo aquellos momentos en que dudaba de si lo estaba haciendo bien como madre.
Mi hijo es un niño muy alegre, mostraba su alegría de una forma muy potente, siempre todas las sensaciones y todo lo que hacía, lo hacía de una forma como exaltada.
Cuando aprendió a hablar su voz era de un tono fuerte y rápido, era como si necesitara ser escuchado por todo el mundo, gritaba en vez de hablar hasta tal punto que creí que tenía algún problema en la escucha y lo llevé al médico. No tenía ningún problema ni dificultad, simplemente vivía las cosas de una forma muy apasionada y los estímulos que le llegaban (que la mayoría ni notamos) él los sentía con tanta fuerza que se sobreestimulaba.
En esa época, fue cuando como madre preocupada busqué orientación e información por todos lados y encontré el término de alta demanda y comprendí muchas cosas gracias a ello, comprendí que mi hijo no tenía ningún trastorno, ni enfermedad y que simplemente tenía un temperamento más intenso que la mayor parte de los niños. (Si quieres leer sobre el temperamento intenso puedes hacerlo aquí).
Segunda etapa de la alta demanda
A los 2 años empezamos con otra etapa distinta, mi hijo empezaba a poder dormir solo en su habitación (a ratos) y comenzaba también a tener vínculo con otras personas, siempre familiares, ya no era tan conflictivo el hecho de separarse de mí. Lo llevamos a la guardería y aunque las primeras semanas nos costó su adaptación, luego con el transcurso de los días, veíamos que iba contento y que además le servía para socializarse con otras personas y no estar tan pegado a nosotros.
De los 2 a los 4 años y medio tuvimos una etapa difícil, la etapa de las rabietas y las conductas desafiantes. Eran continuas luchas de poder con todo el mundo. A demás tenía muchas frustraciones que no toleraba bien y eso hacía que desembocara una rabieta descomunal.
Nosotros utilizamos la disciplina positiva como modelo de crianza, y manejamos como pudimos sus rabietas siempre intentando enseñarle a gestionar sus emociones de forma positiva, para que no tuviera los impulsos negativos que veíamos como: arrojar cosas, golpear, morder, etc.
Intentamos redirigir esa energía negativa incontrolable con paciencia y cariño y fue muy lento y difícil, pero ahora con 5 años hemos conseguido que en vez de frustrarse e iniciar una rabieta, se comunique con nosotros y utilice otras alternativas.
Cuando mi hijo se enfada, ahora con 5 años, llora y grita y continua teniendo ese ímpetu que tienen todos los niños de alta demanda, pero lo sabe gestionar, ya no tira todo lo que encuentra a su alcance, ya no reacciona de forma provocadora y a demás sus enfados ya no son tan intensos, cosa que hace que él mismo pueda regularse y calmarse, es como si su razonamiento hubiera evolucionado y pensara las cosas antes de hacerlas, ya no hace las cosas por impulso, ahora cuando hace algo incorrecto él tiene consciencia del hecho.
Recuerdo que en la etapa de los 2 a los 4 años, como madre tenía miedo de no poder controlarlo, tenía una actitud tan desafiante y negadora que me preocupaba que mi hijo no aprendiera a gestionar sus emociones y se convirtiera en un niño con un trastorno de comportamiento que en la adolescencia y edad adulta le repercutirían negativamente, tenía miedo de su evolución porque creía que jamás iba a cambiar esos estados exaltados y esos berrinches que tenía continuamente. Pero no fue así.
Durante esa época no podíamos ir a ningún sitio con él, porque todo se convertía en un conflicto, en gritos, lloros, rabietas y malestar.
Tercera etapa de la alta demanda
Aproximadamente a los 4 años y medio miré hacia atrás y me di cuenta de que su actitud había cambiado, era como si ahora pudiera racionalizar sus emociones, frustraciones, ira. Suavizarlas, como si ya entendiera que una rabieta no servía para mejorar la situación. Mi marido y yo jamás cedíamos ante las rabietas y solicitudes caprichosas de mi hijo, pero lo tratábamos empatizando con él y comprendiendo su estado y aunque no cedíamos si que intentábamos, por todos los medios, no llegar a ellas, evitando situaciones que sabíamos que iban a crear conflicto o iban a sobreestimular sus emociones.
Con el tiempo él aprendió que una rabieta, que esos comportamientos agresivos que tenía, no servían para conseguir lo que deseaba y vio que comunicándose de forma sana con nosotros sí podía llegar a conseguir aquello que deseaba, siempre y cuando estuviera en nuestras manos.
Con 5 años puedo razonar con él y muchas veces, cuando entiende las razones por las cuales algunas cosas no se pueden hacer o tener ya no se frustra, simplemente lo comprende y se olvida de ello. Sabe gestionar la mayoría de sus frustraciones y aceptar la situación porque la entiende, porque se la explicamos poniéndonos a su nivel, empáticamente.
Es verdad que ahora que ha suavizado muchas de sus características, como por ejemplo la autonomía, convirtiéndose en un niño más autónomo, que no tiene ansiedad por separación, que duerme solo y que ya no tiene esos berrinches descomunales, tiene otro tipo de características que se pueden haber acentuado, como su testarudez y perseverancia, que aunque mucha gente diga que cuando sea adulto le servirá en muchos aspectos, actualmente nos dificulta su crianza ya que, al ser también un niño muy competitivo e insaciable, hace que muchas veces sea todo un desafío hacerle entrar en razón ante algún suceso. Él tiene sus ideas bien concebidas y no hay quien las varíe por mucho razonamiento que hagamos. Pero me siento orgullosa porque veo que tiene unos valores firmes y que lucha por ellos.
Conclusión
La verdad es que me alegro de como es mi hijo, aunque sea más agotadora su crianza, me encanta la personalidad que está desarrollando y creo que le va a ayudar a lo largo de su vida.
Puedo decir que ahora, yo tengo momentos de paz en los que mi hijo no me está agarrando del cuello ni solicitando continuamente la atención, tengo momentos en que lo observo jugar a solas.
Está en una etapa en que me sorprende su gran creatividad e imaginación y aunque sigue siento un niño muy acelerado, también tiene momentos de tranquilidad en los que puede estar concentrado en alguna actividad que le guste durante bastante tiempo.
Sigue siendo un niño muy activo, no para nunca quieto y habla sin parar, nos pregunta y solicita para muchas cosas, pero de una forma más serena que cuando tenía 2 o 3 años.
Duerme 8 horas, él solo, en su cama y aunque me demanda cuando se despierta a las 5h de la mañana para que me acueste a su lado todavía, nos deja un descanso nocturno de varias horas seguidas.
Su desbordante energía y pasión por las cosas, no ha cambiado, sigue estando presente en su comportamiento diario, sigue siendo un niño incansable que busca estímulos por todas partes.
Su sensibilidad ha aumentado, se ha convertido en un niño con una empatía enorme y que a través de sus sentidos percibe cosas que otros niños no ven.
Muchas veces me planteo el hecho de que mi hijo ya no sea de alta demanda, porque, aunque sigue teniendo unas necesidades de cuidado distintas a la mayor parte de los niños, también ha suavizado mucho algunas de las características que se englobaban en este término.
Lo que tengo claro es que mi hijo en un niño altamente sensible y que esto es una excepcionalidad que debo tener en cuenta en su educación y en la comprensión de su comportamiento, porque muchas veces, las respuestas que tiene hacia ciertos estímulos son a causa de ser hipersensible, porque está recibiendo demasiada información de golpe por todos sus sentidos. Si quieres ver las características de los NAS (Niños altamente sensibles) hazlo aquí.
Así pues, a veces me pregunto, si realmente la alta demanda existe en la adolescencia y en la edad adulta o si bien la alta demanda desaparece cuando los niños crecen y se queda solamente la hipersensibilidad que tienen desde bebes, cosa que hace también que sean más intensos, con una emocionalidad más elevada de lo normal que repercute en sus actitudes diarias.
Modelos educativos
A veces me pregunto si ciertos modelos educativos pueden hacer que un niño de alta demanda suavice su rasgo y haga que sus necesidades no sean tan intensas y si quizás otro modelo de crianza pudiera haberle perjudicado haciendo que se convirtiera en un niño rebelde, desafiante, negativo, etc. (Si quieres saber mas sobre los modelos educativos puedes leer aquí)
Lo que está claro es que lo más importante para los padres de los niños AD es comprender que debemos ser muy, muy pacientes con ellos y tener en cuenta que los rasgos que tienen, bien llevados y trabajados, se convierten en fortalezas más tarde.
Creo que si nos basamos en una educación positiva hacia el niño, podemos modelar algunas características de ellos y enseñarles a canalizar sus emociones para que vivan de forma autónoma, segura y feliz.
Trabajar su autoestima, sus emociones, sus sentimientos y no intentar cambiarlo, es lo que ha hecho que ahora mi hijo de alta demanda sea como es y me haga sentir orgullosa de él.
Para todas las madres que tenéis un bebé de alta demanda, aquellas que casi no dormís y que tenéis dolor de espalda de tenerlo siempre en brazos, para aquellas madres que oyen llorar y llorar a su hijo sin comprender qué le sucede, para aquellas que viven sus berrinches y aquellas que dudáis de si lo estáis haciendo bien, os comparto esta publicación.
Porque muchas veces cuando ves el túnel solo negro, crees que no tiene salida, pero quizás sea porque todavía se debe caminar un poco más.
Sé que es muy cansado, desesperante y angustiante según en qué momentos, pero esos momentos después de 5 años, en mi caso, son mínimos y disfruto mucho de la crianza de mi hijo y de ver su desarrollo.
Está claro que tengo que seguir trabajando con mi hijo muchos aspectos, como todas las madres, pero os aseguro que vale la pena.
Los rasgos de la alta demanda varían con la evolución del niño y se pasan distintos periodos que tienen sus peculiaridades y que como hijos intensos que son, suelen hacer las cosas de forma mucho más acentuada, lo viven todo con una pasión extraordinaria.
Ellos lloran fuerte pero también ríen fuerte.
En mi opinión, lo básico es tener en cuenta su alta emocionalidad y trabajarla, a partir de ahí todo es mucho más sencillo. Él debe saber que le comprendes. Que estás ahí, que le amas.
Características después de 5 años:
Hiperactividad.
Continúa siendo muy activo, nunca para quieto y su forma de jugar y hacer las cosas es acelerada. Sigue teniendo un ritmo difícil de seguir e incansable.
Demandantes.
Todavía necesita que esté a su lado para muchas cosas del día a día, juega solo a ratos, pero primero siempre intenta que estemos junto a él. Quiere ser el centro de atención en todo momento, pero a diferencia de cuando era un bebe, cuando le gusta una actividad puede hacerla él solo sin demandar la presencia de los familiares, durante bastante más rato que hace unos años que nos demandaba al lado para todo. Es más autónomo en la mayor parte de las cosas, y aunque sigue solicitando atención, no lo hace de la misma manera, ahora razona y se comunica pidiendo ayuda con palabras cuando la necesita.
Absorbentes.
Sigue teniendo una energía desbordante y absorbe la energía de los demás. Pero tiene más ratos de estar él solo haciendo una actividad, nos da respiro cuando la actividad que hace le gusta, se concentra mucho y parece que se olvide de la gente que está a su alrededor durante un rato largo. Antes cambiaba su actividad cada 5 minutos y nunca tenía suficiente, demandaba nuestra presencia para hacer cualquier cosa y absorbía nuestras energías mientras transcurrían las situaciones.
Como he dicho ahora es más autónomo y racional y parece que entiende que hay momentos en que no podemos estar pendiente de él y lo acepta, se distrae él solo la mayor parte de las veces ya que además tiene una imaginación muy amplia y la utiliza para el juego.
Mas despertares
Solo tiene 1 despertar de madrugada, el resto del tiempo duerme solo en su cama. Para dormirlo tengo que tumbarme junto a él y tocarlo, él tiene la costumbre de poner su mano en mi mejilla todo el rato hasta que se duerme. Cuando se duerme puedo dejarlo solo durante unas 8 horas en su habitación, luego se despierta y me demanda a su lado, para palparme de nuevo la mejilla hasta que se vuelve a dormir un rato más.
Ya no se despierta 8 o 9 veces por la noche solicitando contacto como cuando era un bebé.
Alta sensibilidad
Su sensibilidad ha aumentado, siente todo con mucha intensidad, es un niño muy empático y percibe todos los detalles de forma muy acentuada. Es la característica, en mi opinión, más importante, porque de ella derivan muchas actitudes que se muestran diferentes a la mayoría, el hecho de sentir más, de pensar más, de emocionarse más, deriva en comportamientos que a veces a los adultos nos pueden parecer sorprendentes pero que tienen su motivo si nos ponemos a su altura y empatizamos con ellos.
Por ejemplo, en una comida familiar él puede sentir ciertos estímulos que lo aceleren y le creen cierta euforia, con lo que su comportamiento pasa a ser muy hiperactivo, exaltado e intenso. Si nos paramos a pensar todas las emociones que está sintiendo e intentamos ponernos en su lugar, nos damos cuenta que tiene sus razones para según qué actitudes impredecibles. Cuando tiene un comportamiento fuera de lo que es “socialmente normal” si tiramos de la cuerda y miramos el fondo, lo que ha podido producir esa actitud, nos damos cuenta que muchas veces es una sobrecarga emocional que no sabe, todavía, gestionar correctamente. No debemos ver solo la punta del iceberg (el comportamiento) sino buscar en el fondo y encontrar la razón por la cual tiene ese comportamiento, la base, porque hay un fondo que lo ha detonado, aunque nosotros como adultos no lo hayamos percibido, él con su alta sensibilidad sí lo ha hecho. Quizás no sepa gestionarlo correctamente todavía, pero si nos fijamos en él y en los acontecimientos veremos que siempre hay un detonante hacia ciertas actitudes. Como padres debemos ser conscientes y comprenderle y también prepararle para esos acontecimientos que sabemos que le van a sobrecargar, evitando así el comportamiento conflictivo del niño o suavizándolo al máximo.
Necesidad de contacto continuo.
Solicita contacto y afecto, pero no de forma continua, ahora es mucho más autónomo.
Intolerantes a la separación.
No sufre ansiedad por separación y puede estar sin nosotros sin problemas, aunque no le gusta estar solo ya que siempre necesita tener a alguien cerca, pero es un niño independiente que puede estar con otras personas fuera de su entorno familiar.
Impredecibles.
Sigue siendo un niño del que sorprenden sus reacciones, aunque este rasgo también se ha suavizado porque ahora parece que lo razona todo mucho más y no estalla en ira. Sus comportamientos a veces son exaltados y no responden a lo esperado en ese momento, pero es debido a su gran emocionalidad, cuando esta sobrecargado o sobreestimulado actúa de una forma más impetuosa y espontánea que a veces nos asombra, por ello es importante entender qué ha podido causar ciertas reacciones y darnos cuenta que la mayoría de veces se trata de un cúmulo de estímulos que lo sobreexcitan y le hacen actuar de manera diferente a lo más común. Es un niño que se va excitando y excitando a pasos agigantados y luego no tiene las herramientas para bajar esa excitación, por ello necesita todavía la presencia de los padres para poder calmarse.
Insatisfechos.
Sigue queriendo siempre más de todo como si nunca fuese suficiente.
Otras características de mi hijo de alta demanda después de 5 años:
- Valiente
- Inteligente
- Testarudo
- Competitivo
- Exigente y perfeccionista
- Afectuoso
- Pasional
- Perseverante
Te animo a que expliques tú también cómo es la evolución de tu hijo de alta demanda o qué aspectos han cambiado durante su crianza porque a otros madres/padres nos puede servir de ejemplo para esclarecer dudas.
Review Evolución de mi hijo de alta demanda con 5 años.