Frustraciones en los niños de alta demanda
Escrito por Anna Company
Identificar las causas de las frustraciones
Las frustraciones en los niños de alta demanda inevitablemente se presentarán a lo largo de su infancia, algo esencial para poder ayudarles es reconocer las causas de estas frustraciones, para saber identificar así el motivo que las provoca.
Para conseguir que se conviertan en niños autónomos hace falta tener mucha paciencia, tolerancia y cariño por parte de los familiares ya que el niño experimentará situaciones que no podrá gestionar y le crearán frustración.
Las frustraciones son causadas por necesidades o impulsos no satisfechos y forman parte del desarrollo madurativo normal del niño. Pueden convertirse en enseñanzas, pero demasiadas experiencias frustrantes pueden dañar su autoestima y hacerle perder tiempo y energía en arranques de ira y rabietas.
Tipos de frustraciones
Una clasificación muy interesante de las frustraciones infantiles según las causas que las provocan es la que hace Penélope Leach, psicóloga infantil y autora de varios libros sobre crianza.
Frustración provocada por los adultos
Los adultos, y en mayor medida los padres, pueden frustrar a un niño muy fácilmente impidiéndole hacer aquellas cosas que consideran que no están bien o no deberían hacer. Los niños, por su propia inmadurez, no son capaces de tolerar demasiada frustración. Un niño constantemente presionado, tiranizado y controlado se siente cercado (encerrado), sin libertad para actuar, y se pondrá a la defensiva reaccionando con malas conductas.
Sin embargo, pequeñas dosis de frustración les hacen crecer. Si cuentan con el apoyo y el cariño de los padres para superarlas, las frustraciones se transforman en una enseñanza positiva, el niño aprende de ellas y se fortalece para arriesgarse a experimentar nuevas frustraciones.
La clave está en intentar evitar las frustraciones innecesarias y apoyarles cuando se presentan las frustraciones inevitables.
Frustración provocada por otros niños
Los niños pequeños son todavía incapaces de ponerse en el lugar del otro. Un niño no le quita los juguetes a otro por maldad, sino porque le interesa el juguete y es incapaz de entender los sentimientos del otro niño. El más dominante se quedará con el juguete y el otro niño se pondrá a llorar.
Los niños son egocéntricos por naturaleza. La infancia es una etapa en la que el niño está centrado en sí mismo, y es normal. Esto que parecería un signo de egoísmo en los adultos, en los niños es parte de su crecimiento.
Se preocupa por sí mismo, y no es malo que así sea porque está desarrollando su propia autoestima y su personalidad y necesita reafirmarse. Esto es así por lo menos hasta los 4 años que empiezan a sociabilizar.
A partir de esa edad, su visión egocéntrica del mundo que le rodea se empieza a ampliar y se preocupa más por las emociones de los demás niños.
Pero las habilidades sociales se desarrollan con la práctica, no ocurre de un día para el otro, y nos necesitan en esa práctica. Por tanto, los padres debemos guiarlos para ayudarles a tolerar mejor las frustraciones provocadas por otros niños y actuar como mediadores de los conflictos, siempre a través del cariño y ayudándoles a encontrar una solución pacífica.
Frustración provocada por los objetos
El niño empieza a descubrir que hay cosas que no puede hacer por él mismo, como ponerse él solo un calcetín o encajar una pieza en un puzle, y esto muchas veces le provoca frustración. Los objetos, al igual que sucede con las personas, no se comportan siempre como él quiere.
Su madurez, su coordinación y su fuerza a menudo le juegan malas pasadas. Sin embargo, las frustraciones que el niño experimenta con los objetos son muy educativas. Es en la exploración, en la perseverancia de los intentos que el niño consigue comprender cada vez mejor el mundo que le rodea. Empieza a descubrir las cosas que es capaz y no es capaz de hacer. Cuando la frustración provocada por el objeto le desborde es necesario que los adultos intervengan ofreciéndole su ayuda. No significa hacer las cosas por él, sino brindarle una pequeña ayuda que le permitirá tener éxito en su empeño.
Frustración provocada por la edad o el tamaño
Es una frustración que aparece cuando el niño no consigue hacer algo que le exige más de lo que puede ofrecer para su edad o tamaño. Es aún demasiado pequeño para hacer cosas que hacen los mayores como servirse agua, abrir la puerta o montar en bicicleta. No es consciente de esa incapacidad y se siente decepcionado al no conseguirlo.
Por eso es tan importante ofrecerle los juguetes adecuados para su etapa de desarrollo.
Todo lo que pongamos a su alcance debe adaptarse a sus capacidades, tanto físicas como mentales, y a su etapa de crecimiento. El niño tiene que sentirse capaz, fuerte y poderoso en su pequeño mundo para desarrollar una buena autoestima.
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